Tiempo ordinario – Ciclo A
Dejarnos bautizar por Jesús con el Espíritu Santo
Los cristianos damos mucha importancia al bautismo de agua, incluso cuando lo recibimos de manera inconsciente de niños, sin que luego seamos capaces de orientar nuestras vidas hacia el seguimiento a Jesús. No podemos sentirnos satisfechos ante esta situación tan desfigurada y empobrecida del bautismo cristiano. Es difícil que esa fe pueda subsistir en la sociedad de nuestros días. Es la hora de recordar que lo importante es dejarnos bautizar por Jesús con el Espíritu Santo. Este es el «bautismo espiritual», la «renovación interior» que necesitamos promover en nuestras comunidades.
El Espíritu de Dios conduce siempre a Jesús a introducir vida y salud; a combatir el sufrimiento, el mal y la desgracia; a liberar a las personas del miedo y la desconfianza; a devolver la dignidad a los leprosos y excluidos de la convivencia; a ofrecer el perdón a los pecadores; a bendecir a los niños; a defender a las mujeres… Por eso, los primeros cristianos llamaron muy pronto a Jesús «Cristo», es decir, el «Ungido» por el Espíritu, convirtiéndose en el segundo nombre de Jesús. También nosotros nos llamamos «cristianos», porque vivimos «ungidos» por ese Espíritu que nos llega por medio de Jesús.
José Antonio Pagola
Jesús, Maestro interior. 3. Recuperar la confianza 22-26
2 Tiempo ordinario – A (Juan 1,29-34)
Evangelio del 15 / Ene / 2023
Publicado por Coordinador – Mario González Jurado
DEJARNOS BAUTIZAR POR EL ESPÍRITU DE JESÚS
Los evangelistas se esfuerzan por diferenciar bien el bautismo de Jesús del bautismo de Juan. No hay que confundirlos. El bautismo de Jesús no consiste en sumergir a sus seguidores en las aguas de un río. Jesús sumerge a los suyos en el Espíritu Santo. El evangelio de Juan lo dice de manera clara. Jesús posee la plenitud del Espíritu de Dios, y por eso puede comunicar a los suyos esa plenitud. La gran novedad de Jesús consiste en que Jesús es «el Hijo de Dios» que puede «bautizar con Espíritu Santo».
Este bautismo de Jesús no es un baño externo, parecido al que algunos han podido conocer tal vez en las aguas del Jordán. Es un «baño interior». La metáfora sugiere que Jesús comunica su Espíritu para penetrar, empapar y transformar el corazón de la persona.
Este Espíritu Santo es considerado por los evangelistas como «Espíritu de vida». Por eso, dejarnos bautizar por Jesús significa acoger su Espíritu como fuente de vida nueva. Su Espíritu puede potenciar en nosotros una relación más vital con él. Nos puede llevar a un nuevo nivel de existencia cristiana, a una nueva etapa de cristianismo más fiel a Jesús.
El Espíritu de Jesús es «Espíritu de verdad». Dejarnos bautizar por él es poner verdad en nuestro cristianismo. No dejarnos engañar por falsas seguridades. Recuperar una y otra vez nuestra identidad irrenunciable de seguidores de Jesús. Abandonar caminos que nos desvían del evangelio.
El Espíritu de Jesús es «Espíritu de amor», capaz de liberarnos de la cobardía y del egoísmo de vivir pensando solo en nuestros intereses y nuestro bienestar. Dejarnos bautizar por él es abrirnos al amor solidario, gratuito y compasivo.
El Espíritu de Jesús es «Espíritu de conversión» a Dios. Dejarnos bautizar por él significa dejarnos transformar lentamente por él. Aprender a vivir con sus criterios, sus actitudes, su corazón y su sensibilidad hacia quienes viven sufriendo.
El Espíritu de Jesús es «Espíritu de renovación». Dejarnos bautizar por él es dejarnos atraer por su novedad creadora. Él puede despertar lo mejor que hay en la Iglesia y darle un «corazón nuevo», con mayor capacidad de ser fiel al evangelio.
José Antonio Pagola