LO ESENCIAL DEL CREDO
Tiempo ordinario – Ciclo B
Aprender a mirar como Jesús
Jesús lo vivía todo desde la compasión. Era su manera de ser, su primera reacción ante las personas. No sabía mirar a nadie con indiferencia. No podía pasar de largo ante personas a las que veía sufrir. Así fue recordado en las primeras comunidades cristianas. Pero los evangelistas dicen algo más. A Jesús no le conmueven solo las personas concretas a las que ve sufriendo en su camino. También sabe mirar con compasión a esa masa de gente formada por hombres y mujeres sin voz, sin rostro y sin importancia. Gente sola a la que nadie tiene tiempo para escuchar. Personas que sufren secretamente, sin poder encontrar una fuente de esperanza. Hemos de aprender a mirar como Jesús. La compasión no brota en nosotros de la atención a las normas o del recuerdo de nuestras obligaciones. La verdadera compasión se despierta en nosotros cuando sabemos mirar atentamente a los que sufren como los miraba Jesús. Una mirada que nos lleva a hacer nuestro el sufrimiento de los que sufren y nos conduce a comprometernos buscando su bien.
José Antonio Pagola Jesús, Maestro interior. 4. Reavivar la compasión 69-71 Santísima Trinidad – B (Mateo 28,16-20)
Evangelio del 26 / Mayo / 2024 Publicado por Coordinador – Mario González Jurado evangelio, Pagola
LO ESENCIAL DEL CREDO
A lo largo de los siglos, los teólogos cristianos han elaborado profundos estudios sobre la Trinidad. Sin embargo, bastantes cristianos de nuestros días no logran captar qué tienen que ver con su vida esas admirables doctrinas.
Al parecer, hoy necesitamos oír hablar de Dios con palabras humildes y sencillas, que toquen nuestro pobre corazón, confuso y desalentado, y reconforten nuestra fe vacilante. Necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial de nuestro Credo para aprender a vivirlo con alegría nueva.
«Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra». No estamos solos ante nuestros problemas y conflictos. No vivimos olvidados. Dios es nuestro «Padre» querido. Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra vida. Nos ha creado a todos solo por amor, y nos espera a todos con corazón de Padre al final de nuestra peregrinación por este mundo.
Su nombre es hoy olvidado y negado por muchos. Las nuevas generaciones se van alejando de él, y los creyentes no sabemos contagiarles nuestra fe, pero Dios nos sigue mirando a todos con amor. Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en este Dios, Creador y Padre, pues habríamos perdido nuestra última esperanza.
«Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor». Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha contado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más. Mirándolo a él vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y comprensión. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo.
Este Jesús, el Hijo amado de Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado, además, el camino a seguir: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo». Si olvidamos a Jesús, ¿quién ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá ofrecer su luz y su esperanza?
«Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida». Este misterio de Dios no es algo lejano. Está presente en el fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros.
Es una gracia grande caminar por la vida bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. No lo hemos de olvidar.
José Antonio Pagola