REORIENTAR NUESTRA VIDA
Evangelio del 01 / Dic / 2019
Publicado por Coordinador – Mario González Jurado
Adviento – Ciclo A
Luz, orientación, esperanza para el ser humano
Luz en nuestras contradicciones
El hombre no es solo un problema que descifrar científicamente. Es un misterio al que no sabemos encontrar fácil respuesta. ¿No necesitaremos otra luz que nos revele qué hay de verdad en nuestras ilusiones, qué hay de victoria en nuestras derrotas, qué hay de sentido en nuestros absurdos? ¿No estaremos los seres humanos necesitados de una Luz que nos ilumine para descubrir nuestra irrenunciable dignidad al mismo tiempo que nuestros límites?
Orientación para nuestros esfuerzos
El hombre es tarea. Un ser que se va haciendo más humano a lo largo de los siglos. La experiencia, sin embargo, nos dice una y otra vez que no acertamos a orientar la historia hacia aquello que nos podría hacer más humanos. ¿No necesitaremos una Orientación que nos indique el verdadero camino a seguir, más aún en estos tiempos en que la humanidad, dotada de gran poder tecnológico, ha de tomar decisiones cada vez más complejas y, al mismo tiempo, más trascendentales para su porvenir?
Esperanza para nuestros fracasos
El ser humano está clamando por un destino absoluto que, en su caducidad, no puede alcanzar. Desde el fondo de nuestro ser anhelamos una plenitud total que luego no hacemos sino rebajar y malograr en nuestras vidas concretas. No somos capaces de darnos a nosotros mismos la plenitud que buscamos. ¿No está pidiendo toda la historia humana desembocar en una Plenitud infinita? ¿Hemos de aceptar como lo más humano y normal una existencia desde la nada hacia la nada? ¿No será nuestra existencia un fluir desde Dios hacia Dios?
José Antonio Pagola
Nueva etapa evangelizadora
4. Caminos de evangelización
Adviento – A (Mateo 24,37-44)
No siempre es fácil poner nombre a ese malestar profundo y persistente que podemos sentir en algún momento de la vida. Así me lo han confesado en más de una ocasión personas que, por otra parte, buscaban «algo diferente», una luz nueva, tal vez una experiencia capaz de dar color nuevo a su vivir diario.
Lo podemos llamar «vacío interior», insatisfacción, incapacidad de encontrar algo sólido que llene el deseo de vivir intensamente. Tal vez sería mejor llamarlo «aburrimiento», cansancio de vivir siempre lo mismo, sensación de no acertar con el secreto de la vida: nos estamos equivocando en algo esencial y no sabemos exactamente en qué.
A veces, la crisis adquiere un tono religioso. ¿Podemos hablar de «pérdida de fe»? No sabemos ya en qué creer, nada logra iluminarnos por dentro, hemos abandonado la religión ingenua de otros tiempos, pero no la hemos sustituido por nada mejor. Puede crecer entonces en nosotros una sensación extraña: nos hemos quedado sin clave alguna para orientar nuestra vida. ¿Qué podemos hacer?
Lo primero es no ceder a la tristeza ni a la crispación: todo nos está llamando a vivir. Dentro de ese malestar tan persistente hay algo muy saludable: nuestro deseo de vivir algo más positivo y menos postizo, algo más digno y menos artificial. Lo que necesitamos es reorientar nuestra vida. No se trata de corregir un aspecto concreto de nuestra persona. Eso vendrá tal vez después. Ahora lo importante es ir a lo esencial, encontrar una fuente de vida y de salvación.
¿Por qué no nos detenemos a oír esa llamada urgente de Jesús a despertar? ¿No necesitamos escuchar sus palabras?: «Estad en vela», «daos cuenta del momento que vivís», «es hora de despertar». Todos hemos de preguntarnos qué es lo que estamos descuidando en nuestra vida, qué es lo que hemos de cambiar y a qué hemos de dedicar más atención y más tiempo.
Las palabras de Jesús están dirigidas a todos y a cada uno: «Vigilad». Hemos de reaccionar. Si lo hacemos, viviremos uno de esos raros momentos en que nos sentimos «despiertos» desde lo más hondo de nuestro ser.
José Antonio Pagola