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CON LOS OJOS ABIERTOS

Adviento – A

Comunidad en proceso de renovación

No podemos seguir viviendo en nuestrasparroquias y comunidades de manera rutinaria. Hemos de reaccionar. El papa Francisco nos estállamando a «una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús» (EG 1). Hemos de superar miedos, rutinas y vacilaciones. Hemos de aunaresfuerzos y aprenderunos de otros.

La opción de fondo ha de ser firme y realista: impulsar un proceso de renovación que nos lleve en los añosvenideroshacia un nivel de vida cristiana más inspirada y motivada por Jesús, y máscomprometida a colaborar con él en el proyectohumanizador del reino de Dios.

Las principalesopcionespastorales para conseguirlo:

Poner a Jesús en el centro de la comunidad para fundamentarnuestra fe con másverdad y másfidelidad en su persona, fuente y origen de la Iglesia.
Liberar la fuerza renovadora y salvadora del Evangelio, poniendo a los miembros de la comunidad en contacto másdirecto con los evangelios para que el mensaje de Jesús iluminesusproblemas, interrogantes y sufrimientos.
Recuperar el proyectohumanizador del reino de Dios como horizonte y objetivo de las actividades de la comunidad.
Reavivar el espírituprofético y evangelizadorpropio de las comunidades de Jesús.
Hacer de la compasión el primer principio de actuación de la comunidad en todos los niveles, en todas las actividades y entre todas las personas. La compasión que pidejusticia ha de ser la fuerza que vayatransformandonuestrasparroquias en comunidadessamaritanas.
Aunar las fuerzas para impulsar el proceso de renovación, implicando a todo el pueblo de Dios en la variedad de susmiembros y carismas. Todos constituimos una comunidad de discípulos y seguidores.

José Antonio Pagola
Nueva etapa evangelizadora. 1. Recuperar el proyecto de Jesús

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1 Adviento – A (Mateo 24,37-44)

Evangelio del 27/Nov/2016 Publicado por Coordinador Grupos de Jesús

¿Significan todavía algo para nosotros estas llamadas de Jesús a vivir despiertos?

¿Qué es hoy para los cristianos poner nuestra esperanza en Dios viviendo con los ojos abiertos?

¿Dejaremos que se agote definitivamente en nuestro mundo secular la esperanza en una última justicia de Dios para esa inmensa mayoría de víctimas inocentes que sufren sin culpa alguna?

Precisamente, la manera más fácil de falsear la esperanza cristiana es esperar de Dios nuestra propia salvación eterna mientras damos la espalda al sufrimiento que hay ahora mismo en el mundo. Un día tendremos que reconocer nuestra ceguera ante Cristo Juez: ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, extranjero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Este será nuestro diálogo final con él si vivimos con los ojos cerrados.

Hemos de despertar y abrir bien los ojos. Vivir vigilantes para mirar más allá de nuestros pequeños intereses y preocupaciones. La esperanza del cristiano no es una actitud ciega, pues no olvida a los que sufren. La espiritualidad cristiana no consiste solo en una mirada hacia el interior, pues su corazón está atento a quienes viven abandonados a su suerte.

En las comunidades cristianas hemos de cuidar cada vez más que nuestro modo de vivir la esperanza no nos lleve a la indiferencia y el olvido de los pobres. No podemos aislarnos en la religión para no oír el clamor de los que mueren diariamente de hambre. No nos está permitido alimentar nuestra ilusión de inocencia para defender nuestra tranquilidad.

Una esperanza en Dios que se olvida de los que viven en esta tierra sin poder esperar nada, ¿no puede ser considerada como una versión religiosa de un optimismo a toda costa, vivido sin lucidez ni responsabilidad? Una búsqueda de la propia salvación eterna de espaldas a los que sufren, ¿no puede ser acusada de ser un sutil «egoísmo alargado hacia el más allá»?

Probablemente, la poca sensibilidad al sufrimiento inmenso que hay en el mundo sea uno de los síntomas más graves del envejecimiento del cristianismo actual. Cuando el papa Francisco reclama «una Iglesia más pobre y de los pobres», nos está gritando su mensaje más importante e interpelador a los cristianos de los países del bienestar.

José Antonio Pagola

 

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